top of page

   A veces me he preguntado qué hace un niño pintando en su cuarto y no jugando con los demás niños. La respuesta ya es baladí, pero recuerdo con ternura esa infancia desprendida y solitaria.
   Pinto por la emoción que me depara el acto de pintar. Pinto por el placer de ver cómo el blanco de  la tela o del papel va dejándome ver de la nada un pequeño universo frente a mi que es sólo mio y único (¿sólo mio?). Pinto porque no sé hacer otra cosa. No pinto para ser felíz, pero estoy bien cuando pinto y ya está. Pinto porque si rasco ahí afuera, todo tiene tanto color y es tan prolija su belleza...un árbol, un mar y un rostro son planetas ¡Un sueño una vida!
Pinto para ver lo que los otros solamente miran. Pinto para que los otros puedan verlo también como yo lo veo. Pinto porque se lo debo a ese niño que pintaba sólo en su cuarto.

bottom of page