Cuando pienso en estos cuadros (y ya han pasado algunos años; salvo que el tiempo es una falacia) siento que ya es otro quien los pintó. Y ahora se me ocurre: ¿No sucede siempre así: que un cuadro deja de tener autor una vez acabado y que, entonces ocurre, eso: que cada espectador, cada mirada, cuando se enfrenta al lienzo, es como un (eventual y particular) autor? Me gusta esta idea de despersonificación y (por ende) de universalidad de la obra. Y me gusta que la imagen revierta en las miradas como un reflejo en el espejo que invita a la reflexión. Preguntas y respuestas. Si un cuadro no despierta ese juego de analogías y complicidad ya es un cuadro fallido...y no pasa nada.   
Desgarramiento, pasiones, miedos...
¿Debe un pintor involucrarse con la realidad en la que vive y mancharse las manos a cualquier precio? En esta época (y yo era jovencito) pensaba( hoy pienso igual) que si.